Sus manos en mi espalda, se deslizan suave, sin hacer apenas ruido. Suben poco a poco, acarician mi cuello y yo me pierdo. Sus piernas rozan mis rodillas, sus pies juegan con los míos, sus susurros son música para mis oídos, y yo siento que me gustaría perderme en este momento para siempre.
Me hace libre, y después de mucho tiempo, no estoy asustada. Sigo con mis miedos, mi manías y delirios, pero al menos, siento que si me caigo, alguien, o eso espero, va a ayudarme.
Ya no me siento tan sola.
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